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T e x t o s  /  T e x t s

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Desde el Confín Austral

Texto original escrito con motivo de la Exposición Individual "Desde el confín austral", por el crítico de arte Francesc Fontbona, en la Revista "El Temps de les  Arts", Barcelona, 23 de septiembre de 2022.

La xilografia és l’art reproductiu més antic que tenim. En el món occidental s’inicià en el segle XV, i durant prop de mig mil·lenni fou el sistema més habitual per a difondre imatges en llibres i impresos de tota mena. Quan a les acaballes del segle XIX es descobriren sistemes fotomecànics de reproducció gràfica, la xilografia deixà de ser útil, però es mantingué com a art pur, sense necessitar cap pretext per ser practicat. Entre nosaltres Torres-García, E.-C. Ricart, Obiols, Ollé Pinell, o més endavant fins i tot Joan Miró se serviren d’aquesta tècnica, mentre a França un altre català, Louis Jou, hi triomfava plenament. Molts més artistes aquí i al món no han deixat d’expressar-se a través d’ella.

Més d’un segle després d’aquesta reinvenció de la xilografia —allò que molts anomenen neoxilografia—, l’art en qüestió, sempre treballat en negatiu, ja que el positiu només surt en estampar-lo, encara està ben viu, si bé és discret, com mig amagat, sense la presència abassegadora de la pintura o altres tècniques molt més presents a les galeries d’art.

Ara arriba aquí –a la galeria La Maldita Estampa, de Barcelona, del carrer Aragó 112- la xilògrafa xilena Ximena Medina Sancho, que ha exposat al seu país, però també a la Xina, el Japó, Bulgària, Ucraïna, Austràlia, els Estats Units, Taiwan, i més a prop, a Portugal i a Astúries.

És una dominadora absoluta d’aquest art, i en l’exposició que ara ha obert el posa al servei d’especulacions paisatgístiques: boscos, onades, muntanyes, volcans, que tradueix amb minuciositat i delectació, però també buscant-hi la pura plasticitat. Veient aquestes estampes, algunes de format força gran, pensem amb aquells xilògrafs, com Celestí Sadurní, Francesc Xavier Brangulí o Pere Mullor que al darrer terç del segle XIX feien aquelles perfectes traduccions d’imatges molt sovint a les grans revistes il·lustrades, i que eren capaços de representar només amb uns burins sobre matrius de fusta dura tota mena de composicions reals, amb llums, ombres i matisos que copsaven amb perfecció total.

Ximena Medina Sancho, que és professora de Belles Arts a la Universitat de Santiago de Xile des del 1986, fa el mateix però ara sense rendir servei a cap necessitat informativa, sinó només centrada en l’art per l’art. Intitula la seva exposició Desde el confín austral. Algunes de les seves estampes són camafeus, és a dir realitzades mitjançant la superposició de dues planxes complementàries entintades cada una amb un color diferent de l’altra, creant així una peculiar sensació com de relleu. En aquest sentit, molt didàcticament, a l’exposició mostra en un cas, al costat de les estampes, també la parella de matrius que li han servit per a fer una de les seves realitzacions més grans. Tanmateix, moltes altres de les obres exposades són només en negre, que en estampar-se sobre el paper blanc fa que totes aquelles parts, de vegades mil·limètriques, de la superfície de la matriu que han estat buidades o simplement esgarrinxades pel burí resultin blanques un cop estampades, com que no queden entintades, i conformin d’aquesta manera el seu entramat creatiu, que és el fonament essencial de l’art xilogràfic.

El pretext paisatgístic serveix a l’autora per a generar-li elements reconeixibles per a donar forma als seus gravats, que si prescindim de tractar d’identificar allò que representen ens aporten purament una trama impresa, filla per igual de l’art i de la traça, generadora d’aquell concepte mental tan poc definible, però ben perceptible, que se’n diu bellesa.

La xilografía es el arte reproductivo más antiguo que tenemos. En el mundo occidental se inició en el siglo XV, y durante cerca de medio milenio fue el sistema más habitual para difundir imágenes en libros e impresos de todo tipo. Cuando a finales del siglo XIX se descubrieron sistemas fotomecánicos de reproducción gráfica, la xilografía dejó de ser útil, pero se mantuvo como arte puro, sin necesitar ningún pretexto para ser practicado. Entre nosotros Torres-García, E.-C. Ricart, Obiols, Ollé Pinell, o más adelante incluso Joan Miró se sirvieron de esta técnica, mientras en Francia otro catalán, Louis Jou, triunfaba plenamente. Muchos más artistas aquí y en el mundo no han dejado de expresarse a través de ella.

Más de un siglo después de esta reinvención de la xilografía -lo que muchos llaman neoxilografía-, el arte en cuestión, siempre trabajado en negativo, ya que el positivo sólo sale al estamparlo, todavía está vivo, si bien es discreto, como medio escondido, sin la presencia arrolladora de la pintura u otras técnicas mucho más presentes en las galerías de arte.

Ahora llega aquí -en la galería La Maldita Estampa, de Barcelona, ​​de la calle Aragó 112- la xilógrafa chilena Ximena Medina Sancho, que ha expuesto en su país, pero también en China, Japón, Bulgaria, Ucrania, Australia, Estados Unidos, Taiwán, y más cerca, en Portugal y en Asturias.

Es una dominadora absoluta de este arte, y en la exposición que ahora ha abierto lo pone al servicio de especulaciones paisajísticas: bosques, olas, montañas, volcanes, que traduce con minuciosidad y deleite, pero también buscando pura plasticidad . Viendo estas estampas, algunas de formato bastante grande, pensamos con aquellos xilógrafos, como Celestí Sadurní, Francesc Xavier Brangulí o Pere Mullor que en el último tercio del siglo XIX hacían aquellas perfectas traducciones de imágenes muy a menudo en las grandes revistas ilustradas, y que eran capaces de representar sólo con unos buriles sobre matrices de madera dura todo tipo de composiciones reales, con luces, sombras y matices que captaban con perfección total.

Ximena Medina Sancho, profesora de Bellas Artes en la Universidad de Santiago de Chile desde 1986, hace lo mismo pero ahora sin rendir servicio a ninguna necesidad informativa, sino sólo centrada en el arte por el arte. Intitula su exposición Desde el confín austral . Algunas de sus estampas son camafeos, es decir realizadas mediante la superposición de dos planchas complementarias entintadas cada una con un color diferente a la otra, creando así una peculiar sensación como de relieve. En este sentido, muy didácticamente, en la exposición muestra en un caso, junto a las estampas, también la pareja de matrices que le han servido para realizar una de sus mayores realizaciones. Sin embargo, otras muchas de las obras expuestas son sólo en negro, que al estamparse sobre el papel blanco hace que todas aquellas partes, a veces milimétricas, de la superficie de la matriz que han sido despejadas o simplemente arañadas por el buril resulten blancas una vez estampadas, al no quedar entintadas, y conformen así su entramado creativo, que es el fundamento esencial del arte xilográfico.

El pretexto paisajístico sirve a la autora para generarle elementos reconocibles para dar forma a sus grabados, que si prescindimos de tratar de identificar lo que representan nos aportan puramente una trama impresa, hija por igual del arte y de la traza, generadora de ese concepto mental tan poco definible, pero bien perceptible, que se llama belleza.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

Francesc Fontbona

Historiador y crítico de Arte

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Cerro Trono Blanco

Texto escrito para la estampa "Cerro Trono Blanco" que forma parte de la Carpeta colectiva Amalgama Gráfica III Internacional Contemporánea 2020. Ediciones Pata Negra, España. Exhibida en la Galería La Maldita Estampa en Barcelona el 2021.

Cerro Trono Blanco, de Ximena Medina Sancho, nos remite al modo de la configuración del Ukiyo-e o  pinturas del mundo flotante, donde hay un acercamiento empático a la cotidianidad e incluso al paisaje, pero el modo en que se estructura esta obra, donde cada punto, cada traza de la gubia, generan espacios visuales independientes que poseen una autonomía respecto del tema, nos llevan a una dimensión artística cercana a los trabajos de Ingres, donde el ejercicio plástico es más importante que lo que describe la obra.

Esta creación se articula predominantemente a través de líneas diagonales y de una figura básica fundamental, el triángulo, que se despliega dinámicamente hacia arriba o abajo.

Sin embargo, se ha decir que la austeridad colorística del grabado, donde el blanco emerge del color del papel, y se usa una tinta negra profusa -que a ratos satura zonas completa de la obra, como lo vemos en la parte inferior de esta-, con la cual se logran trazas perfectamente conformadas para aludir al cielo y al cerro, provocan por su coyuntura paisajística cargada de poiesis, una pregunta sobre la organicidad del mundo del que es reflejo tan remoto cerro de Chile.

Lynda Avendaño Santana

Prof. Dra. Investigadora Juan de la Cierva. Universidad Complutense de Madrid; CIELA Centro de Investigaciones Estética Latinoamericanas. Universidad de Chile

Acerca de las ensoñaciones del agua

Texto escrito con motivo de la Exposición "Grabadoras, tres impresiones" realizada en la Casa de la Ciudadanía Montecarmelo, Santiago, 2015.

"Movimiento de agua" Xilografía

"La gran ola de Kanawaga"

Xilografía de Katsushika Hokusai

En muchos aspectos el proceso creativo y la imaginación creativa constituyen un misterio para quienes estudian las relaciones entre el arte, los procesos de creación de identidad de los pueblos y su relación con la mente de los artistas y creadores. Hay mucho aún que estudiar y profundizar para llegar a entender cómo los arquetipos del arte se consolidan en el inconsciente colectivo de los pueblos y de la humanidad.

 

El filósofo francés Gaston Bachelard habla de los procesos creativos, como la cristalización, en la mente del que imagina,  de las “ensoñaciones materiales” y habrían así ensoñaciones de la tierra, del aire, del fuego y del agua, habrían también entonces artistas con sensibilidades oceánicas, aéreas, ígneas y telúricas.

 

En el caso de la imagen “Movimiento de Agua”, Xilografía de Ximena Medina Sancho, creo que estamos en presencia de un arquetipo oceánico, en esta imagen el océano y esta gran ola que se levanta desmesuradamente, no tiene límite en su propio desarrollo y es desmesurada en cuanto su fuerza interior es su propia medida, es decir esta ola oceánica y universal, se levanta, se yergue y se desenvuelve a partir de su propia interioridad.

 

Cada espectador debe dimensionar la fuerza de este fenómeno, cada espectador debe acudir a sus propias ensoñaciones para dimensionar la magnitud de este fenómeno.

 

Si recordamos por ejemplo, la gran ola de Kanagawa, famosa estampa del gran artista  Hokusai del período Edo del Japón, otro arquetipo oceánico, que se ha transmitido a lo largo de los siglos desde la otra orilla del Pacífico,  vemos que la gran ola, este gran ensueño del agua se mide con el Monte Fuji, da la impresión de que lo va a tragar, siendo así el agua una fuerza más poderosa que la tierra. La ola de Hokusai, se mide con la tierra y con el fuego (el Monte Fuji es un volcán), la ola de Ximena Medina se mide respecto de su propia fuerza interior y por extensión del ensueño, imaginación y temores más profundos de cada espectador.

 

Creo que ambas imágenes la de Hokusai y la de Ximena Medina Sancho, se levantan como profundos arquetipos de dos culturas, cuya identidad se ha configurado con la amenazante fuerza del Pacífico. En el inconsciente de ambos pueblos está el temor de la fuerza devastadora del agua, del océano, sin embargo es esa propia fuerza que se levanta de manera desmesurada, desde su interioridad en el caso de Ximena Medina Sancho y más grande que la tierra y el fuego, en el caso de Hokusai,  la que sostiene la potencia y el vigor de dos pueblos tan distintos y distantes en las riveras extremas del Pacífico.

El arte contribuye a mostrar, elaborar y  contener los temores y angustias más profundos de la humanidad, en este caso tanto en Chile como en Japón debemos agradecer que artistas de tiempos y lugares tan lejanos, nos ayuden a comprender la fuerza devastadora del océano y a entender que la fuerza de la naturaleza solo puede ser medida, en una suerte de identificación proyectiva, con nuestra propia interioridad.

 

Manuel Marchant R.

Arquitecto y Artista Visual

La Expresión del movimiento

Texto escrito para el catálogo de la exhibición "La Persistencia del Movimiento", realizada en la Sala de Exposiciones del Centro de Extensión de la Universidad de Talca. Sede Santiago, Chile, 2014. 

La extensión desbordada de los paisajes de Ximena Medina Sancho comunica, por medio de la técnica del grabado, su deseo de fijar el movimiento. La artista captura en sus grabados la naturaleza en su gesto efímero y volátil de transformación. Es allí donde sus trazos en la madera se abren a las posibilidades infinitas de la imaginación; porque las distintas tonalidades de la luz sobre diferentes estados corpóreos de la materia tienen un registro ilimitado. No resulta casual, también, que muchos de estos paisajes en movimiento hayan sido inspirados por fotografías de la misma autora. Tanto el lente de la cámara como las gubias, herramientas utilizadas en el arte de la xilografía, buscan fijar el momento de máxima tensión entre un estado a otro de la materia. Movimiento y parálisis, flujo y suspensión, los grabados de Ximena Medina Sancho nos recuerdan el deseo del artista por trascender su propia temporalidad. 

 

Gloria Medina Sancho

Ph.D., Washington University in St. Louis.

Profesora asociada de Literatura Latinoamericana en la Universidad Estatal de California (CSU), Fresno, EE.UU.

 

Texto escrito para el catálogo de la exhibición "La Persistencia del Movimiento", realizada en la Sala de Exposiciones del Centro de Extensión de la Universidad de Talca Sede Santiago, Chile 2014.

El viento se instala en su cabeza para recordarle el movimiento, como un eje conductor de los elementos esenciales de la naturaleza, para abordar el momento desde un intervalo primario, la conformación de los grandes espacios, su traducción al lenguaje del grabado, el punto final donde convive con el infinito.

 

El viento recorre sus ojos, explorando lo efímero, el instante, lo que no tiene nombre ni puede ponerse arriba de la mesa.  La artista Ximena Medina Sancho lo representa a través de sus paisajes habitados por cielos que aprehenden los diferentes aspectos de la realidad, se transforman en escenarios telúricos, en masas de energía en estado de creación.

 

El viento traslada sus manos siguiendo las fibras de la madera para generar un diálogo entre la materialidad y el momento, desplegando estrategias para dar forma a su visión de mundo y re articulando códigos que vienen a ser un testimonio de su existencia.

 

Diluyéndose, al final, en un gesto intuitivo, agudo y fino que nos remite a lo esencial, al paisaje de origen, su espíritu. 

 

Monique Verdú

Artista Visual y profesora en Taller 99

 

 

 

Memoria Poética de la naturaleza 

 

Texto escrito para el catálogo de la exhibición "Grabado en la Tierra", realizada en la Galería Municipal de Arte, Temuco, Chile, 2005. 

Sustraídos de los aspectos convulsivos de la sociedad pos moderna, los grabados de Ximena Medina Sancho nos internan en un proceso creativo que convoca en sí mismo, un espacio de resistencia- un contrapunto-, frente a la soberanía de lo efímero, que se desliza desde una posición afirmativa, emplazada por las múltiples imágenes más mediáticas, que se ligan a la sociedad de consumo que vivimos.

 

Su obra despliega un imaginario que profundiza y pregunta por la naturaleza, y es desde ese lugar donde parte su acuciosa investigación estética, que ahonda en los procesos propios del grabado, en su fibra hermenéutica. Adentrándose para ello, en el estudio de períodos y artistas específicos inscritos en la Historia del Arte, tal cual, Leonardo da Vinci, como en la contemplación de obras de arte, y fundamentalmente en un proceso donde la creadora, interactúa con un conjunto de materiales, tintas, barnices, ácidos, planchas de metal y tacos de madera, dispuestos a ser parte , de las experiencias que conllevan las técnicas del aguafuerte- donde las corrosiones transformadas en texturas nos despiertan a los vestigios del tiempo, y a las edades de la tierra, tal como lo vemos en sus fósiles-, y la xilografía- mediante la cual, la artista, desde lo monocromático se abre a un proceso donde los gestos involucrados se tornan intensamente expresionistas. En ese juego, donde Ximena Medina demuestra ser dueña de un acabado oficio, ella explora y extrae lo subyacente a las ciudades de cemento, a las luces de neón, al paisaje que nos circunda, en el que aún quedan residuos de la naturaleza, ahondando en la presencia actual de ésta y en los rastros que nos hablan de su poderosa fuerza.

 

De ello, procede la selección acotada de imágenes que trabaja, fósiles, volcanes, insectos, los cuales, son tratados poéticamente, por medio, de una locución donde líneas, colores, formas y texturas, graban una traza poderosamente reveladora de la memoria de la tierra, una memoria viva y activa, como el ímpetu de la artista; el que se hace patente en las huellas de su punción, visibles en la condición matérica de sus representaciones, en el intenso, variado e insinuante cromatismo de sus volcanes a punto de la ebullición, en la aparentemente simple estructuración de sus insectos plagados de sutiles detalles. Generando mediante todo aquello, un lenguaje que nos interroga e interpela sobre nuestra propia relación con lo natural.

 

Cabe agregar que los grabados que nos ofrece la artista en esta muestra, dan cuenta de la continuidad y coherencia de un proceso creativo que tañe nuevos puntos de vista, tanto en lo visual como en lo conceptual, y nos abre a nuevos cuestionamientos sobre el arte y el mundo que nos ha tocado y toca vivir.

 

Lynda Avendaño Santana

 Licenciada en Historia del Arte de la Universidad de Chile

PhD en Historia del Arte Contemporáneo, Universidad de Barcelona, España

 

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